La historia comienza con una camarera que nos recibe con el móvil en la mano contestando unos WhatsApp, mientras NI nos acompaña a la mesa: “pónganse por allá”…

Decidimos cogernos el día libre e ir a comer a Boadilla del Monte, un municipio de Madrid que tiene una gran oferta de restauración, sobre todo en la calle Siglo XXI. Acudimos a uno de los locales que, sin estar abarrotado, tenia cierto público, lo que nos animó a probarlo.

Cómo os hemos comentado, la recepción fue poco profesional, pero siguió con personal que no sabe distinguir un crianza de un vino joven, una carta con productos agotados a las 14:40 de un sábado y un menaje sucio.

De segundo nos sirvieron poca simpatía, lentitud y poca calidad, representada con un secreto ibérico duro y seco, o unas bravas que su nombre debían ser por el picor doloroso que tenían, pues ni la textura ni el sabor representaban la salsa madrileña (y las vendían como “bravas de Madriz”) pero sabían a puré de pimiento, y sus hebras se sentían al meterlas en la boca. De postre… ahhh el postre no nos lo tomamos, ¿para qué?

El orden de los platos era ilógico (primero los segundos y después los entrantes) y acabamos con errores en la cuenta, tratando de cobrar más de lo que habíamos pedido.

Por respeto, aunque pediría lo mismo a alguien que se propone darte de comer, no queremos publicar el nombre del sitio. Pero de nuestra lista está tachada y en @tripadvisor si dejaremos una reseña.

PD: no queráis saber cómo eran los torreznos de Soria… el bacon es más grueso y menos grasiento…